Me
vais a permitir que me salte una semana aburrida salvo por las perlas
de limpieza de la Vero y algún que otro momento en el curro. Lo
importante de esta semana es el sábado.
Para
poneros en antecedentes hay que trasladarse al jueves, donde al
llegar del curro a la noche me encontré con dos platillos con
tartas. Este domingo es la comunión de la nieta de mis caseros, y
aprovechando que me gusta mucho la pastelería, me pidieron ayuda
para hacerle la tarta a la nena. Así que, elegida la clase de tarta
que queríamos hacer, nos ponemos las dos (P. y yo) manos a la obra.
Ella ya ha hecho la base de bizcocho, así que rellenamos los dos
pisos con crema pastelera normal y de chocolate. Antes de montar los
pisos los recubrimos con una fina capa de crema de mantequilla y nos
preparamos para cubrir con fondant. Este sí es un reto para mi. Es
la tarta más grande que he tenido que hacer jamás, así que voy
despacio y con tiento para que salga a la primera.
He
de admitir, no sin cierta satisfacción, que la cara perro de Vero el
par de veces que pasa por la cocina me hace sentir de perlas. Pero
prosigamos con la tarde y con la tarta. Asombrosamente, consigo
cubrir los dos pisos de la tarta y montarlos a la primera. Vemos que
se nos ha quedado un poco inclinado el piso superior, así que lo
arreglo mientras P. va a buscar una decoración a una tienda cercana.
Ya que la tarta es blanca, hemos decidido hacer unas rosas amarillas
y unas mariposas que combinen los dos colores; y luego le haré un
bordado con glasa en amarillo para darle algo más de color. P vuelve
de la tienda con un lazo precioso que cose para ponerlo alrededor de
la tarta y nos ponemos manos a la obra con las rosas. Conseguimos
hacer todas las rosas justo a tiempo de la visita de una de sus
hijas. Tanto ella como su marido se quedan impresionados por cómo va
la tarta. Mientras P. los atiende, me pongo con las mariposas, ya que
hay que formarlas y luego esperar a que se sequen en la posición
correcta antes de pintarlas. Pinto los bordados y termino las
mariposas. Colocamos el lazo, las rosas y las mariposas y los últimos
detalles de glasa y damos por terminada la tarta.
Estamos
muy orgullosas de ella, y creemos y esperamos que le guste a la
pequeña, que es la que realmente importa.
El
domingo a la tarde, cuando los P. y C. vuelven de la comunión, nos
traen un trozo de tarta para que la probemos y me dan la buena
noticia de que la tarta les ha encantado a todos.
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