Hoy
salto de la cama nada más sonar el despertador, y no me cuesta nada.
Desayuno, me visto y al bus. Llego al hotel de mi familia momentos
después de que desayunen, dejo la mochila del curro en su habitación
y nos ponemos en marcha.
Primera
parada, como no podía ser otra, el Duomo. En vez de hacer la visita
en el orden recomendado, hacemos cola directamente para la cúpula.
No tardamos mucho en entrar y... a subir escaleras. Llegamos al
primer nivel de la cúpula por dentro y mi hermana no puede para de
mirar hacia arriba. Ni ella, ni yo. Seguimos subiendo y pasamos de la puerta al segundo nivel para subir directamente a la cúpula en
sí. Es increíble la amplitud entre la cúpula interior y la
exterior. Salimos al balcón de arriba del todo y, perdonadme la
expresión, flipamos en colores. Se ve toda la ciudad, es
absolutamente y infinitamente increíble. Vamos sacando fotos a
medida que vamos dando la vuelta. En serio, no sabéis lo que es
hasta que subís, las fotos no hacen justicia a la belleza de la
ciudad desde aquí, la luz, el viento... (ains, que me pierdo. Focus,
Li, focus). Bajamos por la estrecha escalera por la que hemos subido
y accedemos al segundo nivel por dentro. Si no hubiera un cristal de
seguridad se podría tocar la pintura con la mano. Bajamos las
escaleras hasta la cruz central y a la salida nos encontramos con un
cartel que dice que las embarazadas y enfermos del corazón deben
tener cuidado ya que están a punto de subir 300 y pico escaleras.
Una buena advertencia en el sitio más indicado, sin duda.
A
la salida nos espera Padre. El pobre tiene vértigo y en cuanto ha
visto lo alto que estábamos subiendo, se ha bajado. Es casi la hora
de comer, así que empezamos a buscar un sitio. Acabamos en el mismo
sitio de la cena de ayer, y sigue estando riquísimo. Tomamos de
postre una pannacotta con nutella de muerte y volvemos al Duomo.
Ahora toca el campanario. Subir se hace algo más difícil, porque
sólo hay una escalera estrecha para subir y bajar. Pensaba que me
iba a quedar tan impresionada como en la cúpula, pero la verdad es
que desde allí las vistas son mejores. Lo único distinto es que
desde el campanario hay una vista preciosa de la cúpula. Como antes,
damos la vuelta sacando fotos. Para bajar mi hermana o yo hacemos de
avanzadilla y nos aseguramos de que el tramo de escaleras está libre
antes de seguir bajando todos. Una vez abajo nos encontramos con mi
padre y entramos en la iglesia. El acceso al altar está cerrado y
hay unos periodistas sacando fotos, así que no podemos ver la cúpula
desde abajo del todo. Damos un rápido vistazo al museo arqueológico
del “sótano” y compramos unos recuerdos en la tienda.
Vamos
a su hotel y les dejo descansando mientras me voy al curro. Nada más
llegar, cojo la primera patata y me corto el dedo de forma
espeluznante, casi me arranco media uña. Ceno con el personal y me
pongo con dos bizcochos para los desayunos. Creíamos que iba a ser
un servicio tranquilo, pero empieza a llegar gente y para cuando
llega mi familia se nos ha liado la cosa. Voy ayudando a emplatar y
con los postres. A mi hermana le encanta el spumino de chocolate.
Termino de ordenar y limpiar todo y le presento mi familia a F. y le
doy sus regalos antes de que se vaya. Me cambio y me tomo algo con mi
familia antes de irnos. La cena les ha gustado mucho, pero me echan
la bronca porque no les han dejado pagar. Yo estoy más asombrada que
ellos, pero no ha sido cosa mía, sino del jefe supremo.
Estamos
muy cansados de estar todo el día pateando, así que les dejo en su
hotel y me voy a casa, que mañana toca viaje.